Se aproximan las vacaciones de verano y buscamos experiencias para “desconectar” de la rutina o “estar sin hacer nada”. Esto es si mismo es ya un trabajo complejo ya que en la sociedad actual estamos permanentemente conectados e informados..

Si logramos esta desconexión, tal vez, solo tal vez, podríamos facilitar que nuestro enfoque, análisis, o abordaje de las situaciones fuera desde una perspectiva nueva, liberándonos del pensamiento rutinario y logrando estimular lo que se conoce como el pensamiento disruptivo. 

El modelo EFQM en su criterio 2 sobre Cultura de la organización y liderazgo, nos dice que: “una organización que aspira a ser reconocida como referente y líder en su ecosistema, alcanza el éxito centrándose entre otras cosas en promover la creatividad, la innovación y el pensamiento disruptivo para alcanzar su propósito, visión y estrategia”.

Esta liberación de los límites del pensamiento se conoce también como pensamiento divergente (o teoría del creatividad de Paul Guilford) o  pensamiento lateral (de Edward de Bono), que contrario al pensamiento lógico, unidireccional, o pensamiento convergente, nos llevan a un pensamiento con infinitas posibilidades para llegar a una solución. Se trata  de un pensamiento asociado a la creatividad y la exploración.

Ambos tipos de pensamiento son necesarios en las organizaciones, tanto convergente como divergente, uno nos ayuda a focalizarnos en las metas y objetivos y el otro nos ayuda a desarrollar nuevas formas de comprender la realidad de lo que sucede y dar una respuesta más ajustada a entornos VUCA.

Aprovechemos estas vacaciones para cultivar nuestro pensamiento divergente y disruptivo.  Recordemos al entrañable profesor Keating en “El Club de los poetas muertos” (1989 dirigida por Peter Weir) que retó a sus alumnos a ver las cosas desde otro punto de vista, cuando subido a una mesa les dijo “El mundo se ve distinto desde aquí arriba. Si no me creen, vengan a probarlo”