La crisis generada por el COVID19, sumada a la incertidumbre geopolítica que estamos viviendo, nos deja un escenario incierto para diseñar la planificación estratégica tal y como estábamos habituados. Los sistemas de calidad nos advierten de la necesidad de tener la estrategia al día, pero lo cierto es que realizar un análisis DAFO o un análisis PEST, por ejemplo, es un ejercicio de fortaleza y resiliencia que nos puede hacer entrar en un estado de colapso o bloqueo nada recomendable. Si se diera este caso, queremos daros una recomendación. El psicólogo Mihály Csíkszentmihályi nos habló de un estado cercano a la felicidad al que llamó “flow” (estado de flujo o fluir), que nos lleva a experimentar satisfacción y una gran concentración en lo que hacemos. Esto, aplicado a nuestra tarea de diseño de la estrategia nos trae como elementos esenciales, en el diseño de los objetivos, los siguientes:
1- Reservarnos un espacio que nos permita estar centrados en dicha tarea (sin contestar llamadas, sin recibir visitas, etc.)
2- Que las personas que participen lo hagan voluntariamente y vean su utilidad. No es necesario que estén todas las personas en todo ni en todas las fases para que se considere un proceso participativo.
3- Los objetivos no deben ser demasiado sencillos, pero tampoco demasiado complicados, por lo que es importante realizar una ponderación de todos aquellos que surjan con aquellas personas que van a estar implicadas en su alcance, para seleccionar, no solo los de mayor impacto, que también, sino aquellos que nos permitan que el equipo se motive con su logro.
Los objetivos se traducirán en acciones concretas que se convertirán en pequeños retos y dejaremos de verlos en largo plazo, en el horizonte, para poder registrarlos en nuestras agendas y, posteriormente, hacer ese gesto de disfrute que implica tacharlos, tanto en papel como digitalmente.
Hagamos que la planificación estratégica “fluya”.