Esta mañana leía un artículo de Steven Hayes, un conocido psicólogo estadounidense, titulado: Por qué no eres quien crees que eres.

Hayes comienza el artículo con la ilustración de un experimento psicológico realizado por primera vez en 2005 a diferentes personas en diferentes países en el que tras preguntar a cada individuo por su fecha de nacimiento se le ofrecía una interpretación personalizada de su carta astral que desvelaba aspectos íntimos de su personalidad. Las interpretaciones fueron todo un éxito y los participantes categorizaron su perfil de personalidad de acuerdo a su fecha de nacimiento como «asombrosamente preciso».

La clave del experimento residía en que todos los participantes habían recibido exactamente la misma interpretación. ¿Cómo puede ser que la mayoría de ellos la considerara «asombrosamente precisa»?

No somos quienes creemos que somos, según Hayes, porque por mucho que nos alivie explicarnos a nosotros mismos a través de categorías fijas y etiquetarnos con adjetivos que describan nuestra personalidad, somos mucho más que eso. Somos también contexto. 

Buscamos la facilidad de entrar en una categoría que explique y prediga nuestro comportamiento. Etiquetar es más fácil que entender. Dejar que un adjetivo nos defina requiere menos esfuerzo que definirnos según el contexto. Nos acomodamos en conceptos como «introvertido» o «extrovertido», permitiendo que esa categorización determine nuestras interacciones futuras y explique de forma fulminante las pasadas.
¿Por qué no ser los dos? ¿Por qué no poner el foco en el contexto? ¿Cómo nos describiríamos si definiéramos quiénes somos basándonos en las situaciones que vivimos?

Quizá sentiríamos que perdemos estabilidad. Hayes dice que «la razón por la que percibes tu propia personalidad como estable se debe en gran medida a que vives y operas habitualmente en los mismos contextos». Me encanta esta respuesta a una pregunta que nos hacemos demasiado poco: ¿Qué es lo estable: mi personalidad o mi contexto?

Sin querer destripar el resto del artículo, que estaré encantada de comentar con mis lectores angloparlantes, me quedo con un reto que lanza el autor: «Sitúate en un contexto nuevo y te sorprenderás a ti mismo de quién puedes llegar a ser. Haz uso de las habilidades que tienes en una situación nueva (por ejemplo, tomar la curiosidad que ya tienes y enfocarla en tus propias emociones difíciles en vez de huir de ellas) y todo el mecanismo dinámico conocido como «tu vida» puede cambiar de forma dramática». 

No hace falta mudarse a otro país para explorar un contexto nuevo.

Los cambios dramáticos empiezan con pasos pequeños.

Escrito por Rebeca Le More Rodríguez