Qué duda cabe que el desarrollo de las TIC en general, y las formas de teletrabajo en particular, nos obligan a reflexionar sobre diferentes tipos de aprendizajes.

Las TIC y el teletrabajo nos ofrecen la posibilidad de un nuevo modelo de organización socio laboral que tiene su indudable impacto en el modelo de sociedad y de Estado de bienestar que queremos construir.

Todo apunta a que una correcta integración laboral del teletrabajo consigue un mayor equilibrio entre la vida laboral y personal o familiar, lo cual incrementa la calidad de vida de las personas trabajadoras y el índice de productividad. Pero para que este sistema se pueda implantar de forma eficiente se necesita una cultura organizacional que evalúe a sus trabajadores y trabajadoras por objetivos y que deposite en ellos su confianza (nos recuerda Ana Gálvez, experta en Psicología del trabajo).

No se obtendrán buenos resultados si antes no se es capaz de crear una cultura no sólo de la organización, sino también personal, que sepa incorporar con éxito este formato. De hecho, el problema más común entre las personas que prueban por primera vez el teletrabajo se plantea cuando hay que fijar un o horario. Si no existe rutina, si no se crea un hábito, es difícil llegar a sentirse cómodo con esta forma de trabajo. Evitar las distracciones (redes sociales, excepto las que se usan para trabajar), delimitar el escenario, lugar elegido para trabajar dentro de casa en donde no te molesten y esto sea asumido por los otros miembros que cohabitan contigo y, por supuesto, no trabajar en la cama o tumbado con la televisión encendida para que no haya interrupciones (aclara Eva Rimbau, profesora de RRHH. de la UOC) son pieza clave.

Además, en casa no hay jefes, tú eres tu propio supervisor; organización y disciplina cuando nadie te observa pasan a ser otro de los factores clave. Así que ayuda el hecho de despojarse del pijama, aunque uno tenga que usar la ropa cómoda que suele usar cuando habla a través de videoconferencia, y pautar pequeños descansos y estiramientos, como lo podemos hacer en el trabajo.

Si sabemos manejar ciertas claves, pese al posible sentimiento de soledad o de lejanía respecto a la organización (no todo tiene que ser, ni todo desempeño se puede desarrollar con teletrabajo), el reto de poder organizar el trabajo personal y en equipo de otra manera, la autonomía para gestionar con flexibilidad y una mayor eficiencia, el ahorro en desplazamientos y tiempos invertidos, la mayor productividad, la reducción de costes e infraestructuras, la facilidad para integrar a personas que tienen algún problema de movilidad, la posibilidad de atraer más talento de otros perfiles profesionales, nos obligan a explorar estas formas mixtas de relación laboral, personal y familiar, como aspectos relevantes de la gestión en el siglo XXI.

FRUCTUOSO DE CASTRO DE LA IGLESIA